21.9.08

La mirada

La felicidad no sólo se halla en la dicha, sino también en aprender a aceptar.
En silencio repetía, en esta ocasión con más lentitud, la frase que encabezaba uno de los paneles de publicidad del interior del ferry.
El transbordador que debía llevarle al otro lado del canal soltó amarras y comenzó a alejarse del muelle. En el interior de la cabina el vaivén iba incrementándose a medida que salían a mar abierto.
El otoño aparecía por el horizonte con su melancólica tonalidad, debió pensar cuando miraba a través del opaco ventanal que daba al exterior de la embarcación. Y fue en el instante en que se giró de nuevo hacia la frase cuando sintió los ojos de la desconocida.
Sentada unas filas mas atrás, aquellos ojos desprendían un brillo acogedor.
El barco seguía su curso ajeno a tan repentino diálogo entre dos miradas, atrapadas en una conexión que parecía inevitable.
De repente una enorme ola hizo tambalearse la nave y los pasajeros se asustaron acercándose a los ventanales a presenciar el mar embravecido.
Ellos se incorporaron también y él se aproximó junto a ella. La situación tornábase de verdadero peligro por más que la tripulación intentara tranquilizar al pasaje.
Ambos se hallaban ahora a pocos pasos el uno del otro y el cruce de miradas parecía inalterable a la furia de mar. Un nuevo golpe del viento de poniente zarandeó violentamente el ferry y les acercó aún más entre el griterío de los pasajeros.
Finalmente la marejada fue dando paso a la calma al aproximarse al puerto de destino mientras los marineros recorrían la cubierta preparando los aparejos para el atraque.
Una vez ya detenido el pasaje, suspirando aliviados, comenzaron a desembarcar. Ya solo quedaban ellos dos en cubierta. Las razones, el tiempo, todo aquello que en su momento les hizo cruzar el canal había desaparecido.
Aquella mirada que unió a dos náufragos del destino tenía tan cercano el silencio que la primera palabra estaba a punto de ser oída.
Cuando súbitamente ella hizo un gesto, como si despertase, y atendió con brusquedad la llamada de su movil alejándose entre la gente por el muelle.

En aquel momento él sintió que le habían arrebatado la felicidad.


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10 commenti:

Nessa ha detto...

Me ha gustado mucho...

pero, si la felicidad es aceptar:
¿qué hacemos los inconformistas?

Buenas noches,

Hedda

Dibújame una sonrisa... ha detto...

Quizás seguir buscando nuevos caminos que lleven a la felicidad...

Es lo que tienen los móviles...oportunos ellos..

Besines!

Metalsaurio ha detto...

Lo peor es que seguro que la llamaba su madre :P

(está chula la historia)

Rebeca Gonzalo ha detto...

¡Me ha encantado!tienes un don para contar mucho más allá de una frase y crear una historia dentro de otra, es algo maravilloso y a ti te sale totalmente espontáneo. Plasmas perfectamente lo efímero de la felicidad. La frase: "Aquella mirada que unió a dos náufragos del destino tenía tan cercano el silencio que la primera palabra estaba a punto de ser oída." Me resulta preciosa y muy poética. ¡Enhorabuena!

María José ha detto...

Le habían arrebatado la felicidad de ese momento, pero la vida es un cúmulo de pequeñas felicidades, a veces no somos conscientes de ello. El móvil rompe la magia de ese momento, pero la magia de tu historia queda ahí.
Enhorabuena.

Galamina ha detto...

Juro que no me moví de allí... me quedé con él...

Anonimo ha detto...

¡¡¡Ey!!! No, no, no... ¡yo quiero continuación!

No puede acabar así joer, dime que no... :'(


P.D. El principio me ha recordado a cierto autobús!!! :P

Un besiño (y continúala, please!!!)

Anonimo ha detto...

Romántica comparación del amor con el mar embravecido, que hasta creo que me recordó a un poema de Rosalía de Castro...

Es cierto que había tenido el blog algo ausente este mes. Gracias por tus palabras en mi bitacorilla.

Espero que cuando veas la serie me digas qué te pareció.

=P

Esther ha detto...

Por unos imprevistos en el temporal, pude venir por aquí un ratillo :) La verdad es que pasé miedo intentando llegar a mi casa. A lo mejor, algún día me animo y cuento este peculiar paseo, que ahora no puedo.

Me gustó mucho tu relato. Dos miradas que se cruzan y que luego, al final no se dicen nada y se pierden en el tiempo... ...suele pasar varias veces por lo que veo y es triste... ...tan real como la vida misma.

Saluditos.

Anonimo ha detto...

Una historia algo triste pero intensa, muchas emociones y una bonita description de el viaje de el ferry, me parece de ser un pasajero que ve la escena :-)

Buenas noches