Cuento cada adoquín, cada sombra, cada nube, pero no sé contar el tiempo. El se lleva la gente, apresuró sus pasos, apuró sus bebidas, acabó la canción, y con la misma cadencia va apagando el día. Sobre mi piel siento el frío cristal de verano, el sabor de Junio vestido de cereza, y yo permanezco inmóvil, en París. Me pregunto si una mesa puede soñar...
África
Iré
5 commenti:
para no escaparse de allí
Méteme dentro de esa foto. Quiero quedarme disfrutando sentada en una de esas sillas. Y digo yo, ¿qué canción estaba sonando?
Una mesa tan observadora como quien lo escribe.
Es un buen sitio para quedarse inmóvil.
:)
;)
Preciosas tus palabras con la foto con el Sagrado Corazón de fondo.
Besos
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