Todos levantaron la cabeza y escucharon.
.- ¡Chist! ¡Ahí está otra vez!

Y él acudía junto a ella, fiel a una cita que se perdía en la lejanía de los tiempos, cada primera hora del primer día.

Todos se asomaban a la gran ventana con sumo cuidado de no ser vistos, ya que aquellos seres, al menor indicio de que pudieran ser observados, se perdían por la espesura del bosque.
Mas no era solo la cita lo que movilizaba tanta expectación, sino las caricias que se daban entre ambos. Tenues y tímidas al principio pero que con el paso de los días iban creciendo en intensidad. Hasta que aquel día dos palabras salieron de sus bocas y ambos compartieron una manzana.

Lo que siguió a continuación dejó boquiabiertos a todos. Cuenta la tradición que cuando alguien gritó “¡Así se hace!” aquellos dos seres corrieron como nunca.

Posteriormente se supo que lo que habían hecho era el amor y que para hacerlo había que correr.

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